ORIGEN DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

El concepto de responsabilidad social no es un concepto nuevo. En el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX se utilizaban términos análogos al de RSE, que constituyen la fase precursora de la responsabilidad social de la empresa que hoy conocemos.

Así, en el siglo XIX, pueden encontrarse diferentes ejemplos de filantropía empresarial. Asimismo, a mediados de la década de 1920, representantes y directivos de empresas ya comenzaron a hablar de la necesidad de atender los intereses de otros agentes distintos a los accionistas (Frederick, 1994). Estas ideas sufrieron altibajos durante la década de la depresión de 1930 y fueron subordinadas ante otras necesidades más urgentes en la Segunda Guerra Mundial (Fernández Gago, 2005).

Sin embargo, no fue hasta finales de los años 50 y en la década de los 70 cuando aparece, en Estados Unidos, el término responsabilidad social. A partir de entonces, comenzó a reconocerse que las empresas privadas, además de producir bienes y servicios, eran responsables de los riesgos sanitarios de sus trabajadores, de la contaminación que generaban, de la monopolización de recursos sin preocuparse de la suficiencia de suministros a largo plazo, etc. Además, dada la enorme capacidad de las empresas, se vislumbraban las posibilidades con las que cuentan éstas para influir y contribuir a paliar los problemas sociales. Todo esto originó que comenzara a argumentarse la existencia de una responsabilidad de la empresa con la sociedad (Lara, 2003). Asimismo, en cuanto al proceso de sistematización, el discurso sobre la RSE pasó por una primera etapa filosófica (1950-1960), donde se trató de definir qué es RSE como concepto abstracto, al tiempo que se replanteaban los fines de la empresa y de la economía (Carroll, 1999). Ante los problemas de llegar a un concepto común de la RSE, en la década de los 70 se dió un giro al planteamiento inicial para solucionar el problema conceptual de la responsabilidad social, se especificaron cuáles son las responsabilidades de la empresa. Al mismo tiempo, se trasladó el discurso filosófico a la gestión empresarial (Balaguer, 2006): se empiezó a hablar de responsabilidad social de la empresa (corporate social responsiveness), en referencia a la actitud anticipatoria y proactiva que debe mantener la misma ante las demandas de la sociedad, y de resultado o rendimiento social (corporate social performance).

En una tercera etapa, en las décadas de los 80 y 90, se integró el discurso sobre RSE en la dirección estratégica, a través de la teoría de los stakeholders (corporate social strategy), según la cual la empresa debe atender no solo a los accionistas sino a todos los grupos o individuos que afectan o son afectados por la actividad tendente al logro de los objetivos de la compañía (Freeman, 1984). Con ello, se pretendía buscar una mayor aplicabilidad de la RSE en la gestión empresarial, así como un esfuerzo por proponer modelos. Carroll (1999) denomina a la década de los 50: “los comienzos de la era moderna de la responsabilidad social”, siendo Bowen (1953) el primer autor en aportar una definición de RSE.

Actualmente, las utilidades siguen siendo una condición necesaria pero no suficiente para que la empresa pueda considerarse normalizada ante los sociales.

Las RSE han dejado de entenderse como un fenómeno pasajero ligado a una moda cultural, para dar paso a algo permanente destinado a ser la connotación del comportamiento de la empresa global del futuro, como bien argumentamos a continuación:

  • Por la responsabilidad social de la figura del consumidor o ciudadano. Está siendo superada la figura del consumidor como receptor pasivo y va cediendo el paso a un sujeto que quiere consumir pero, en un modo crítico. Esto significa que, con sus decisiones de compra y con sus comportamientos, el consumidor entiende contribuir a construir la oferta de aquellos bienes y servicios que demanda en el mercado. No le basta la sola relación calidad-precio, quiere saber cómo ese determinado bien ha sido preparado y, si en el curso de su producción, la empresa ha violado, en todo o parte, los derechos fundamentales de los trabajadores.
  • Por la deslocalización de las empresas. Hoy, en tiempos donde los mercados de referencia de las empresas se vuelven cada vez más globales, puede suceder que, producir utilidades no equivalga necesariamente a producir bienestar para todos. Con lo cual, la tradición lógica de legitimación de la empresa, según la cual la generación de la ganancia era ipso facto, fuente de beneficios sociales, no es más creíble. De aquí se deriva la exigencia implícita en la sociedad, de que las empresas revelen externamente la manera específica en la cual expresan su responsabilidad frente a todos.
  • Por motivos de la existencia de asimetría en la información y contratos incompletos. Cada vez es más complicado para el management, controlar la acción y comportamientos de los colaboradores y empleados. Por eso, mediante la RSE se pueden utilizar los mecanismos de la persuasión para crear o restablecer los lazos de confianza dañados. (Cristina Calvo, 2012).